jueves, 28 de octubre de 2010

Compartiendo "Medio pan y un libro"


Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros
(Granada). Septiembre 1931. Hace 79 años....

"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí.

¡Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre!, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son
infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos.

Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres
sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede,
que de un hambriento.

Porque un hambriento puede calmar su hambre
fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía
porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ¡amor, amor!, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía:

-¡Enviadme libros,
libros, muchos libros para que mi alma no muera! -.

Tenía frío y no
pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos
de Europa, que el lema de la República debe ser:

¡Cultura! Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz"


martes, 19 de octubre de 2010

El último estertor del trujillismo y el sometimiento de Angelita Trujillo

Por Aquiles Julián

“Acudí primero a mi madre, no por ser la persona más allegada y accesible que tenía, sino, por ser ella la más confiable y autorizada fuente de información acerca de mi padre. ¿Quién pudo haberle conocido mejor que ella?

Angelita Trujillo

La decisión de la Fundación “Héroes del 30 de Mayo” de someter a la justicia a la señora María de los Ángeles del Corazón de Jesús Trujillo Martínez, alias Angelita, es un paso de indudable importancia en la dirección correcta.

El sometimiento hecho en la Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional por difamación e injuria cumple la promesa hecha por las instituciones patrióticas dominicanas de llevar a juicio a la hija del dictador por las calumnias con que intenta disimular los crímenes de su padre, endilgándoselos a otros, en particular a un héroe como Luis Amiama Tió.

El libelo Mi padre y yo, firmado por Angelita Trujillo, en vez de ser, como lo quiso postular el esposo, Luis José Domínguez, en una expresión absurda: “una obra de consulta académica”, contiene infundios carentes de toda prueba comprobatoria, que atacan la honra de familias y personas, sin aportar pruebas, pese a que el señor Domínguez declara que reposan en los archivos privados de Angelita”….

Bien, esta es una oportunidad de oro que se le brinda a la incriminada para ventilar responsabilidades y emplear a fondo sus “archivos privados” o, si se comprueba que carece de datos probatorios de sus acusaciones, ser condenada tanto a nivel civil como penal en reparación de los querellantes.

Acudir a la justicia, ampararse en los códigos legales, es el paso correcto. Ni renunciar al derecho ni tomar la justicia por las propias manos son conductas moralmente apropiadas. Desaprovechar la oportunidad que brinda el libelo para evidenciar la carencia de pruebas en sus delirantes afirmaciones, es desperdiciar un regalo que Dios nos pone para contribuir a la educación cívica de los dominicanos. Y enseñar cómo se dirimen los litigios y abusos en una democracia (y hay que ver cómo seres habituados al crimen aleve, a la tiranía despiadada y al empleo de matones y sicarios, claman por el amparo de las leyes y la generosidad de la democracia, cuando les conviene, como hacen Angelita y su esposo, el señor Domínguez, olvidando sus orígenes y lo que validan).


¿DE QUÉ ES CULPABLE ANGELITA TRUJILLO?

Angelita no es culpable por ser hija de Trujillo: ella no tenía, como ninguno de nosotros, posibilidad de elegir a sus progenitores. Tampoco lo es por escribir un testimonio acaramelado sobre su vida con su padre, acción a la que ella y cualquiera otra persona tiene derecho. No es perseguible por ser hija de Trujillo, el vil tirano que se impuso a la fuerza en 1930 con la complicidad de una serie de malandrines que hicieron causa común con él y nos mantuvo pisoteados por 31 largos años. Nada de lo anterior es delito. Sí lo es mentir descaradamente, calumniar e infamar sin pruebas y exculpar a su padre de los crímenes cometidos, acusando a otros, en particular a quienes actuaron para librarnos del delincuente ensorbecido que nos estranguló por 31 años.

El recurso del chantaje, implícito en la expresión del señor Domínguez de que si se abrieran los archivos privados”…, queda desactivado, pues ahora esos mismos archivos habrá que exponerlos para evitar la condena y se demostrará que no eran tales, sólo papeles inservibles, fotos envejecidas y videos saqueados a la planta de televisión oficial, lo que la incrimina en robo o complicidad por adquisición de bienes públicos robados al Estado. Al final, como vemos, termina ladrona común ¿o puede comprobar propiedad legal sobre los bienes del Estado dominicano, incluyendo los cortometrajes noticiosos, que reposan en sus manos ilegalmente?

Salvo de los oropeles y la fantasía en que sus primeros 22 años de vida transcurrieron, una vida sin equilibrio, en donde no hubo frustración, en que todos le sonreían, en que su padre utilizaba el poder del Estado y los recursos del país para mostrarle a su hija que, similar a Inglaterra, él era capaz de coronarla reina en una parodia ridícula que costó millones de dólares montar (dinero que no salió del peculio de Trujillo sino del erario público asaltado ilegalmente por ese delincuente de tomo y lomo que fue su padre), ¿de qué puede hablar Angelita Trujillo con conocimiento de causa?


ANGELITA SUPO DE LAS TORTURAS EN EL “9” Y LA “40”

Un artículo del periodista Reginaldo Atanay indica claramente que la hija de Trujillo tampoco fue tan inocente. Y ello es importante. En dicho artículo, publicado en su periódico digital, el prestigioso periodista dominicano confirma que la hija del dictador era más que consciente de las ergástulas de tortura de su padre. Sin embargo, nada de eso aparece en su libro. Ella sabía, como se lo confirmó al señor Atanay, que su hermano Radhamés iba a las sesiones de tortura ¿por qué no aportó ese dato en su libelo? ¿Cómo no escribe sobre ello?

Dado que el tirano mantuvo a su hija ajena todo lo que él pudo a la realidad criminal sobre la que asentaba su régimen, acepto que Angelita Trujillo vivió hasta el 30 de mayo de 1961 muy al margen del tipo de gobierno que su papá ejercía. Es más, podía creer con justificada razón que era un buen gobierno. ¿No decían todos amarla a ella, a su papá, a sus hermanos, a su mamá, a su abuela? ¿No tenía ella en abundancia lo que se le antojara? ¿No iban a New York a comprarle la ropa a su gusto y sin límites? Aquella vida regalada, de antojos y exquisiteces, era un cuento de hadas, sí, pero que se sostenía sobre una pesadilla de exterminio y depredación en perjuicio del pueblo dominicano. Pero ella, Angelita, de eso no tenía idea. Y eso lo acepto, lo entiendo y en nada puedo culparla por ello.

Así que cualquier opinión sobre los crímenes que Angelita posea es de oída. Y entendamos que en su hogar de Miami no es verdad que se reúnen a pasar revista a las tropelías y desmanes de Trujillo, ni reciben visitas que les cuentan los crímenes y abusos que se cometieron.

¿Qué puede explicarnos Angelita? Cuando la periodista Alicia Ortega la entrevista y le habla del caso de la heroína Tomasina Cabral ¿cuál fue la respuesta de la hija del tirano?: “Bueno no la conocía hasta ahora que usted me la está diciendo, nunca había oído hablar de ese caso hasta ahora que usted me lo está mencionando”. ¿Esa es la “investigación” que hizo para su libelo? A lo máximo que puede llegar la señora Trujillo es a hablarnos de cómo era Trujillo en el hogar. Qué comía. Qué les decía a sus hijos. Cualquier querella doméstica, cualquier opinión limitada a la vida en el hogar. Tal vez también contarnos cómo sedujo a amigas suyas aquel sátiro insaciable que no se ponía límites en sus bajos instintos.


LA VIDA CAMBIA DE LA NOCHE A LA MAÑANA

De pronto la burbuja explotó y Angelita empezó a conocer una realidad distinta, más terrible y explosiva. Matan a su padre y resulta que fueron sus amigos. Vio a su mamá llena de ira y dolor imprecar hecha una furia. Vio a su hermano mayor, casquivano y mentalmente inestable, asumir el control militar y político del país. Vio a su tío Petán maniobrar buscando sustituir a su papá y entronizarse como nuevo hombre fuerte. Vio el progresivo enfriamiento y alejamiento de la corte de adulonería que le circundaba. Y vio derrumbarse estrepitosamente el reino mágico en que ella imperaba.

Al final, vio cómo la sacaban presurosamente del país. Su mamá le explicaba cuidadosamente qué verdad ella debía creer: A su padre lo traicionaron sus amigos por ambición. Ellos que le debían todo a él, le dieron una puñalada traicionera (más bien una lluvia de balazos bien merecidos), una tempestad de balazos por los vientos sembrados y resembrados ¿podía esperar menos?

Entonces, tras la huida del país vino el construir una explicación alimentada por los resabios y rencores de la mamá, caída de diosa tutelar y gran matrona a una anciana quisquillosa y avara, que fue perdiendo el juicio sin revelar el código de su cuenta secreta en Suiza, motivo más que el amor filial, de desavenencias y malquerencias entre Angelita y Radhamés, el hermano menor que dio continuidad a la tradición delincuencial de la familia y terminó sus días siquitrillado en la selva colombiana a manos de narcotraficantes. Custodiar a María Martínez era tener la oportunidad de, en un momento de frágil lucidez, de arrancarle la clave de su cuenta en Suiza ¿lo lograron al fin?


CONSTRUIR EN BASE A CHISMES UNA EXPLICACIÓN

Y para apoyar el mito de la Era próspera, del titán fementido que levantó al país, de que todo lo importante que aquí existe lo hizo Trujillo y demás embustes (este país se hizo, arrancó en verdad, a partir de la muerte de Trujillo, antes era apenas caricatura, un relajo con niños generales, reina de papel maché y lacayos temerosos de un déspota senil), se apoyaron en el cortejo de ex-servidores que le visitaban, algunos viviendo en el exilio y yendo a rememorar y a ponchar tarjeta; otros, viajando desde acá y diciéndoles “¡Qué tiempos aquellos!”, “¡Cuánto orden!”, “¡Qué falta hace el Jefe!” y demás zalamerías para ponerse en buenas con los anfitriones: ya sabemos la extraordinaria capacidad de rebajarse, de abyección, típica de los trujillistas; son maestros de la exaltación paroxística, de la expresión altisonante, de la bajeza más ruin.

Imagínense, entonces, ese ruido aprobatorio, ese cántico embriagante, esa monserga alucinante repetida una y otra vez. ¿Tendría Angelita algún atisbo de cordura, de equilibrio, de realismo? No, ni lo tuvo durante los 22 años de princesita adorable, con toda una corte postrada a sus pies; ni posteriormente, pues era más fácil, sencillo y útil acogerse a las explicaciones tendenciosas y plagadas de odio de la madre explicándole cómo un bando de malagradecidos a los que el Jefe magnánimo limpió y enriqueció por ambición se coaligaron contra él y lo acecharon y asesinaron (“¡Ah, pero eso sí, mi hija, murió como un macho, como un hombre, peleando. Ese era tu papá” ¡Otra mentira inventada por Ramfis para disfrazar el triste final del gavilán! ¿Se imaginan ese discurso, repetido por María Martínez con machacona insistencia a su hija para que ignorara la verdad de un pueblo harto al grado de arriesgar su vida para librarse de una vez por todas del criminal que lo pisotea?)

Supongo que así también alimentó las mentes de sus hijos, contándoles una versión del hombre de bien asesinado por traidores que se alimentaron de su mano; “Todo lo que hay en ese país lo hizo su abuelo. Todo. La gente lo añora. La gente sueña con aquella Era de paz y prosperidad” y entonces hace contar a los invitados sus versiones de apoyo: “¡Dígales, cuénteles, explíqueles!” “¿Escucharon? ¿Entendieron? ¿Vieron como fue todo?” “¿Ven que no es que su papá y su mamá inventan, sino que es verdad?” Ahora imaginemos en ese escenario a los nietos del tirano presionando: “¿Y por qué no lo decimos? ¿Y por qué no hablamos? ¿Y por qué dejamos que enloden la memoria del abuelo? ¿Y por qué no les quitamos las caretas a esos traidores?” ¡Ya ustedes se imaginan ese tipo de frases con el ímpetu de jóvenes convencidos de que sus padres dicen la verdad! ¿Acaso los dominicanos que visitan la casa no corroboran esas versiones?


NO ES A QUIÉN TERMINÓ SIRVIENDO UN HECHO, SINO QUIÉN LO COMETIÓ

Claro, estoy suponiendo, generando un escenario posible, buscando mediante el recurso de la imaginación la lógica posible que originó el libelo, la Fundación, la metedura de pata de la anciana hija de Trujillo.

Algo tenía que pasar para llevarla al desvarío de buscarse su Almoina particular y ensartar aquellas remenbranzas amelcochadas, aquellos recuerdos rosas de mi adolescencia de gasa y tul, miriñaques y fiestas, amigas comprensivas y lacayos obsequiosos, todo bajo la mirada paternal de quien todo es poco para agasajar a su hija adorada junto a las explicaciones acomodaticias y mendaces que escuchó de su madre y de los lacayos que la rodearon durante todos estos años a la espera de un retorno siempre esperado y ya imposible. Y ahí, repitiendo bulos inventados, atribuciones falsas, calumnias gratuitas, sin prueba alguna porque no las tiene, simplemente porque fue lo que escuchó, con lo que la alimentaron, las explicaciones que le suministraron para entender el por qué de los sucesos, Angelita Trujillo incurrió en el error garrafal de acusar sin pruebas, de exculpar sin razón, de destapar una olla de grillos que la ha llevado ya, como anunció el Museo de la Resistencia y las instituciones patrióticas; como lo recomendó el comentarista Alvaro Arvelo hijo; como también recomendé en su momento y como la Fundación Héroes del 30 de Mayo acaba de hacer, al banquillo de los acusados.

Ella misma se incriminó de manera cándida por repetir las infamias que oyó para su consumo. Ahora se verá que los famosos “archivos privados” de Angelita de los que hizo gala su esposo, Luis José Domínguez, no son más que un montón de papeles inútiles de viejas prebendas recibidas; de los naturales pecados derivados de un régimen pecaminoso en que todos tenían que ensuciarse de una manera u otra. Es obvio que los ajusticiadores de Trujillo no eran santos. Fueron funcionarios de su régimen. Se beneficiaron de él. No pongo en duda de que incluso pueden haber estado comprometidos en acciones infames. Recibieron canonjías y todo tipo de privilegios. Sí, todo eso es verdad, pero tuvieron dentro de sus vidas serviles un acto supremo de valor que los reivindicó y los elevó a la condición de héroes de la Patria: ajusticiaron al criminal; eliminaron al tirano.

También Máximo Gómez fue un soldado al servicio del ejército español, que combatió contra los dominicanos que se levantaron en armas contra la anexión y procuraron con las temibles cargas al machete la restauración de la República. ¿Esa indignidad de servir al opresor lo hace menos digno cuando se yergue y reivindica como general de la liberación de Cuba? Sin Cuba, Gómez hubiese sido un lacayo más; sin el gesto valiente y liberador del 30 de mayo los que participaron fueran un montón más de serviles al tirano. Pero esa acción los recuperó para la Patria, los engrandeció y limpió sus historias personales de cualquier abyección anterior. Y como Gómez alcanzaron la estatura de héroes, acrecentada con su posterior martirio y la entereza con la que lo sobrellevaron.


DEBAJO DE TODO ALMOINA HAY ESCONDIDO UN BUSTAMANTE

El acto fundamental de someterla ya se hizo. Es un acto ejemplar, porque nos enseña el camino correcto frente a la afrenta, el abuso, la agresión física o moral: ni callar, ni permitir pasivamente, ni rebajarse al mismo plano ni violentar las normas y reglas de la convivencia civilizada, sino recurrir al medio que la sociedad pone en manos de los ciudadanos para la ventilación de las querellas y las justas reparaciones: la Justicia.

Es en los tribunales, en juicios abiertos, orales, contradictorios, en que las partes presentan sus pruebas, datos, testimonios, etc., en donde se tienen que brindar los elementos probatorios que respaldan y confirman las acusaciones. Y Angelita Trujillo carece de pruebas porque sólo repitió las mentiras que escuchó y que nunca se ocupó de confirmar porque descubrir la verdad es algo terrible para su equilibrio mental (no olvidemos que el desequilibrio mental es un rasgo hereditario en la familia Trujillo, que el mismo Trujillo padecía desequilibrio como lo confirma el ex –presidente Balaguer).

No es ensañarse con Angelita, es hacerla admitir que mintió porque carece de pruebas que incriminen a Luis Amiama Tió en el crimen de las Mirabal. Y ese argumento de “a quién sirvió el crimen” es bien tonto, porque peor que el crimen de las Mirabal para Trujillo fue el secuestro del profesor Jesús de Galíndez por las secuelas que provocó, entre ellas su propia muerte por la rabia y sed de venganza de Antonio de la Maza. ¿Ahora diremos que, dado el hecho de que ese secuestro desencadenó su muerte, no fue Trujillo quien lo cometió porque finalmente fue el más perjudicado del mismo? Nadie conoce el futuro y menos un tirano ensorbecido que creía que en esta finca que era el país, donde él era amo y señor de vidas, haciendas y honras, cualquier cosa que se le ocurriera le quedaba bien ¿No tenía acaso una pléyade de escritorzuelos y lamebotas que justificarían interna y externamente cualquier desmán, cualquier crimen, cualquier abuso?

Que vaya a juicio y presente las pruebas que avalan sus acusaciones; qué haga de conocimiento público sus “archivos privados”, qué demuestre lo que dice o que pague las consecuencias. Sus hijos verán ahora en qué universo de patrañas han vivido todos estos años, cuántas mentiras y embustes consumieron; qué clase de basura les rodeó. Y la sociedad dominicana tendrá la oportunidad de ver de una vez por todas como este último estertor de los Trujillo se quiebra en silencio vergonzante y termina.

Dos cosas para concluir. La primera es recordarle a Angelita que debajo de todo Almoina subyace un Gregorio Bustamante. Y decirle que el régimen de su padre fue tan sangriento que no sólo surgió asesinando sino que todavía provoca sangre y muerte, pues parcialmente se puede decir que el suicidio de su ex marido, el siniestro desertor Luis José León Estévez, se debió a la depresión que la remoción de nuevo de los siniestros expedientes de la Era y sus crímenes deben haberle provocado. Él mismo se hizo lo que la complaciente y permisiva justicia dominicana fue incapaz de hacer, y es que la justicia llega tarde o temprano, aunque sea por las propias manos.

lunes, 18 de octubre de 2010

La palabra encendida de Luis Rosales.

Por Aquiles Julián

"He dejado manuscritos dormitados durante muchos años. No he terminado nunca nada de lo que he empezado. Proyecto con demasiada ambición, quiero redactarlo con justeza y no me llega ni el tiempo ni la ilusión. Moriré cualquier día siendo un escritor en ciernes".

Luis Rosales

Luis Rosales, el gran Luis Rosales, sigue siendo negado y preterido por el aparato "cultural" impuesto por los áulicos del totalitarismo. Una conspiración de silencio pretende esquilmarle a la tradición poética hispanoamericana a un autor esencial. Ese aparato, al cual Guillermo Cabrera Infante, nombró como la Extraordinaria y Eficaz Maquinaria de Fabricar Calumnias, y que yo en particular llamo La Matraca Canalla, verdadero surtidor de desinformación, calumnias, ataques, manipulación y control de la opinión pública, se ensañó contra Rosales inventando una infamia que le persiguió hasta su muerte, pese a que una y otra vez los hechos, hasta donde pudieron ser esclarecidos, le exculpaban. Más aún, le honraban, porque arriesgaron, tanto él como sus familiares, sus vidas en un momento particularmente letal, siniestramente confuso, en que ambos bandos, los llamados Republicanos y los llamados Nacionalistas, procedían a matanzas horrendas y paranoicas.

Aquel conflicto en que la pasión irracional arropó a España, en que odios de siglos emergieron y la ceguera sustituyó todo razonamiento, todo discernimiento, hoy sabemos que fue instrumentalizado por Stalin para negociar con Hitler (a la vez que se lucraba y saca provecho de las reservas de oro del país). Un libro fundamental: "El fin de la inocencia: Willi Münzenberg y la seducción de los intelectuales" del catedrático de la universidad de Columbia, Stephen Koch, desvela cómo la guerra civil española fue aprovechada por Stalin para forzar a Hitler a pactar, acción que logró en 1939, el Pacto Hitler-Stalin, suscrito en Moscú por los cancilleres de Alemania y la Unión Soviética, que despedazó a Polonia y animó a Hitler a iniciar su carrera de expansión territorial.

Aquellas actitudes extremistas, las declaraciones amenazadoras, los egos inflados, las acciones agresivas y aquel ultraizquierdismo galopante que caracterizó los primerso años de la República, la matonería y las conductas levantistas, anticlericales, marxanas, produjeron una reacción no menos atroz y despiadada. El asesinato de Calvo Sotelo a mano de matones republicanos fue la gota que derramó el vaso. La sublevación o el alzamiento, como se le llama, fue casi impuesto. De inmediato, España se escindió trágicamente. Dos bandos que se odiaban a muerte esgrimieron sus armas y su furia. Y muchos que no eran partidarios ni de unos ni de otros, quedaron pulverizados en el medio, con ambos bandos acusándoles de estar con el contrario.

Los estalinistas, que aplicaban la falaz política del Frente Popular para arropar a socialdemócratas y liberales a dejarse narigonear por ellos, acudieron a los partidarios de la democracia, la libertad y el pluralismo, que hicieron causa común con la República pese a una realidad cruenta e inmisericorde: los estalinistas eran iguales de asesinos. Y no tenían empacho en criminalizar a sus propios aliados. Los asesinatos no se limitaron a los que políticamente les eran adversos y actuaban en el bando contrario, también a los del propio lado que políticamente no se ajustaban a Moscú y a Stalin, como aconteció con los anarquistas, con los del POUM y los tildados de trotskistas.

Aquella criminalidad inenarrable carcomió las posibilidades de triunfo del bando republicano. Y ello era parte del plan de Stalin: España no era más, sin que lo supieran los españoles que pelearon bravamente de ambos lados, que una moneda de negociación con Hitler, un peón a sacrificar. Tanto fue así que luego, para borrar sus huellas, Stalin se dedicó fríamente a matar a sus principales agentes en las purgas que implementó pasada la segunda guerra mundial, como bien deja claro Arthur London en sus memorias estremecedoras de "La Confesión".

UNA VOZ MAYOR DE LA GENERACIÓN DEL 36, EN ESPAÑA

Luis Rosales pertenece al grupo de escritores que inicia publicando en los turbulentos años de la década del ´30 en España. Fueron años tumultuosos, caracterizados por el enfrentamiento en Europa de dos corrientes totalitarias, ciegamente criminales, que predicaban el exterminio puro y simple de los contrarios.

Fascistas y estalinistas, admiradores de Mussolini y Hitler o de Lenin y Stalin, se ladraban y, en muchas ocasiones, pasaban de los insultos a los balazos. Las vapuleadas democracias liberales eran denostadas y despreciadas por los partidarios de una u otra corriente. En España la radicalización casi no dejó espacio para sostener una posición conciliadora, democrática y sensata. El lenguaje del odio predominaba.

Y en ese ambiente enfebrecido y mortífero, en que el exterminio se predicaba de un lado y el otro, los poetas quedaban forzados a elegir bando y, cuando no, se les asignaba uno, según parentela o simplemente por no estar de un lado se le consignaba en el otro, como le sucedió a García Lorca.

Poetas de la Generación del 36 son Leopoldo Panero, Luis Rosales, Miguel Hernández, Luis Felipe Vivanco, Gabriel Celaya, Juan Panero, German Bleiberg, Dionisio Ridruejo, entre otros.

Es una generación que aporta prosistas y narradores como Camilo José Cela, Miguel Delibes y Gonzalo Torrentes Ballester, María Zambrano, José Antonio Maravall, José Luis Aranguren, José Ferrater Mora, Julián Marías y dramaturgos del nivel de Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre.

Una generación marcada y condenada por la maquinaria cultural estalinista, que la lapidó sin misericordia acusándola de falangista y subordinada al franquismo, sin discriminar ni cernir, en bloque, simplemente porque no se plegó al estalinismo, no cantó a La Pasionaria, no se dejó encuadrar en los valores y creencias de Carrillo y su banda. Esa maquinaria, que se enseñoreó y adueñó de diversos aparatos culturales y medios de formación y control de opinión, enalteció a los sumisos al estalinismo y descalificó, injurió y ninguneó a los que no se subordinaron a sus dictámenes.

El aparato cultural marxano se vengó en ellos una derrota que Stalin y los extravíos chequistas produjeron sobre todo. Se les negó. Se les rebajaron méritos. Se les desconoció. Eran la generación suprimida, como el mismo Rosales llegó a expresar en una entrevista tras la concesión del premio Cervantes en 1982: "no hay una puerta histórica que gire sino creando un vacío y nosotros hemos sido la generación suprimida, el vacío que necesitaba la historia para seguir siendo historia".

En España, muchos escritores que buscaban labrarse un espacio propio, fueron atraídos por el aparato cultural estalinista. El PCE enmascaró su acción proselitista en organismos y mecanismos aparentemente culturales, liberales, democráticos. Y una buena parte de los escritores y artistas, que reaccionaban contra los envaramientos del franquismo y sus engolamientos, se inclinaron hacia posiciones contestatarias y cuestionadoras. Eran la progresía, vinculada emocionalmente al PSOE y entrampada en la visión maniquea del PCE (y no olvidemos el embadurnamiento de sangre del PSOE en la España republicana, su compromiso con los crímenes, las Checas y las "sacas").

De ahí que el aparato cultural liberal, penetrado por el estalinismo, se contrapuso al aparato cultural oficial, y sólo promovieron a los poetas que hicieron causa común con la República y en particular con el comunismo: Miguel Hernández, Rafael Alberti, por ejemplo. Parcialmente a los exiliados e internamente a los que derivaron hacia el PCE o el PSOE. E igualmente se atacaron, etiquetaron y condenaron a los poetas, escritores e intelectuales que no se dejaron engatusar o mancuernar por la ideología estalinista, a los que se tildó de falangistas, franquistas o fascistas, o cualquier otro epíteto según el gusto.

El control del aparato cultural que ha desarrollado el estalinismo, su capacidad de promoción y de forjar nombradías no centradas en obras sino en la simpatía o adscripción políticas, su poder de desinformar, calumniar, excluir y lapidar, han generado más de una autocensura, más de una sumisión interesada y oportunista, más de una aberrante prosternación. De tal manera se han conformado claques, mafias, bandas. Y se han catapultado autores tanto como se han descalificado e ignorados otros. Y en muchos sentidos, Luis Rosales ha sido víctima de este aparato indecente e inicuo.

UN POETA EN MEDIO DE LOS ODIOS RECRECIDOS

¿Tendría que contarse nueva vez la infortunada lucha de los Rosales, en particular de Luis, por salvar a García Lorca, su amigo entrañable, aquel fatídico 16 de agosto de 1936? Lo cierto es que habrá que hacerlo una y otra vez, para impedir que la maldad de quienes hacen causa común con La Matraca Canalla del estalinismo, especie de patología mental que es inmune a todo: datos, hechos, verdades, resultados, que pervive y contamina almas y obnubila juicios, en su afán de controlar los "aparatos ideológicos del Estado", sea la que se imponga.

La reconstrucción de los hechos, motorizada por los más renombrados biógrafos del inmortal poeta andaluz, indican que Lorca murió fruto no tanto de pasiones políticas como de rencores, envidias y mezquindades familiares, que aprovecharon un momento confuso y particularmente homicida, el alzamiento falangista, en que ambos bandos, republicanos y nacionalistas, se dedican a matanzas incontroladas, a exterminar a todo el que en apariencia les adversa en las zonas territoriales que controlan.

Así, sabemos que existían resquemores con Lorca por parte de las familias Roldán y Alba por aquella tragedia: "La casa de Bernarda Alba"; que se le envidiaba a Lorca su cosmopolitismo, su renombre; que se le criticaba su homosexualidad y su indefinición política: Lorca prefería llevarse bien con todos y manifestaba posiciones contrapuestas en una España que se cerraba a cal y canto en dos posiciones irreconciliables y antagónicas.

Cuando se llevan a Lorca de la residencia de los Rosales el 16 de agosto de 1936, donde acudió a refugiarse, la madre de Luis, doña Esperanza de Rosales, logra que se espere a uno de sus hijos para impedir que se lleven a Federico sin el resguardo de un familiar. Miguel, el hermano de Luis, le acompaña junto a la tropilla falangista que encabezan Ramón Ruiz Alonso y Juan Trescastro Medina, este último casado con una prima lejana de Lorca.

Cuando le trasladan al edificio del gobierno civil, un guardia de asalto golpea a Federico con la culata de su mosquetón. Miguel Rosales pide que no lleven al poeta a los "interrogatorios", la sala de tortura. Ruiz Alonso acusa a García Lorca de "espía de Moscú".

Cuando Luis y José Rosales se enteran del caso y van en ayuda, estos se encaran en forma dura con Ruiz Alonso. José Rosales habla con José Valdés Guzmán, gobernador civil, quien le transmite la gravedad de las acusaciones a Lorca: "socialista y agente de Moscú", ambas mentiras. Al día siguiente, José obtiene una orden de libertad para Lorca de parte del Gobernador militar, Gonzales Espinosa. Cuando entra a la sede del gobierno civil, Valdés Guzmán le dice que ha llegado tarde: "Ya lo habrán fusilado. ¡Y ahora vamos a ver qué hacemos con tu hermano!", amenazando a Luis por haber acogido a Lorca en su casa. Valdés mentía, esperaba orden de Queipo del Llano para actuar. Valdés telefonea a del Llano y le pregunta: "¿Qué hago con él? Lo he tenido aquí por dos días" Y Queipo le responde: "Dale café, mucho café". La orden está dada. En un viejo Buick se llevan a Lorca y otros tres. Trescastro Medina alardea: "Yo le he pegado dos tiros en el culo por maricón".

La situación de Luis, que a diferencia de sus hermanos no pertenece a La Falange es comprometida. Finalmente, terminaron por condenarle a una multa de 25,000 pesetas por refugiar a Lorca. Su valor, sin embargo, se vio opacado por la calumnia que los comunistas le levantaron. Como el poeta Félix Grande expresó, Luis "era consciente de que cuando la calumnia se echa a rodar no hay quien la pare". El mismo Rosales llegó a expresar: "El hecho de la muerte de Federico fue la toma de conciencia más dolorosa que he tenido en mi vida". Y su hijo Luis Rosales Fouz nos habla de la repercusión de aquel infausto hecho en la vida de Luis Rosales: "Hizo que mi padre viviera con la tristeza de no haber podido hacer nada por salvar a su maestro y amigo, pero con la cabeza muy alta por haberlo intentado y haberse jugado la vida."

Dura experiencia para un alma joven, ver la inmisericordia consumar un crimen y no poder él evitarlo. Llegó a preguntarse, una y otra vez, cómo un don nadie "se hizo responsable de la muerte de una de las personas más importante que había en España entonces. Y ese es el terrible horror de la guerra" (Luis Rosales Fouz). Afirmaba que aquel crimen le había hecho desconfiar de la política y de los políticos por el resto de su vida. Y sobre indecorosa instrumentalización de aquel crimen inmundo por el PCE el mismo Rosales llegó a expresar en 1979: "El Partido Comunista de España, desde hace cuarenta años, está sacando "tajada" de Federico García Lorca."

Luis Rosales fue víctima de ambos bandos. Los falangistas le mataron a su maestro y amigo, García Lorca, arrancado de su hogar por la fuerza y asesinado. Y los republicanos le asesinaron a otro gran amigo, Joaquín Amigo, tirado por el Tajo de Ronda.

¿Tendrían, los que se refocilaron en la calumnia y arrojaron cieno sobre la reputación de Luis Rosales la mitad de la hombría que él tuvo para arriesgar su vida por su amigo? ¿Qué acto de valor, de riesgo de la vida, asumieron? ¿Por quién se la jugaron? ¿Cómo hubiesen actuado de haberse visto en iguales circunstancias?

La crueldad inútil de la guerra, ese "terrible horror" fue una conciencia que nunca le abandonó y le hizo escribir versos como

"…la vida entera
cabe dentro de un odio."

(El naufragio interior)

LA REDENCIÓN POR EL AMOR

Frente a tanta desolación, frente a los frutos amargos del odio entre hermanos, frente a la catástrofe que se cernió primero sobre España y después sobre toda Europa, encenegada en una hecatombe delirante, que arrasó siglos de cultura y lenta acumulación de logros, barridos por la metralla, los bombardeos y la sevicia humana, Luis Rosales se vuelve hacia el amor, el humano y el divino.

Huye de los discursos estentóreos, las artimañas de la muerte, y se refugia en lo que el amor humano puede proveer y en la paz inmarcesible del amor de Dios. A la mujer dedica versos de delicada hechura, construidos muchos de ellos con apego a las formas más clásicas y, a la vez, con imágenes que recrean la tradición poética española y la mezclan con la tradición de la vanguardia.

A Jesús y a Dios dedica sublimes poemas en que el estremecimiento místico y la bendición de la plenitud y el gozo que proporciona la fe se hacen pálpito, vínculo y nutritiva agua de vida que refresca el alma.

Aquellas traumáticas experiencias tempranas le marcaron. De ahí ese tono de oscuro desengaño que late en sus poemas. Esa angustia existencial que puebla muchos de sus versos. Ese recogerse en Dios como vía de trascender tiempos amargos y terribles.

Y por igual su amor por la bendición de la vida, las cosas triviales, la mansedumbre del hogar, los aromas de la tierra y de la mesa, el paisaje que es milagro cotidiano, la amistad y el cariño, el amor que provee consuelo y tibieza en los días en que se gasta el tiempo humano.

Para Luis Rosales "Vivir es ver volver. El tiempo pasa: las cosas que quisimos son caedizas, fugitivas se van. Y esto es morir: borrarse de sí mismo".

Así vivió:

"…con humildad,

Buscando la palabra precisa".

(Ascensión hacia el reposo)

UNA POESÍA TIBIA, AMIGABLE, ENTRAÑABLEMENTE HUMANA

Rosales es parte de una generación, la de 1936, que reacciona contra los excesos de las vanguardias retornando a las límpidas fuentes de la poesía clásica española. Se les llegó a tildar de garcilasistas, por su revaloración de Garcilaso de la Vega.

Retomar las formas clásicas, devolver a la poesía sus maneras tradicionales, fueron los principales aportes de esta generación. El soneto, el poema sometido al metro y la rima, los temas tradicionales. Félix Grande destaca: "Aún no se ha visto por entero la dimensión que tiene. Es un maestro del soneto, de la copla, del romance", y no queda ahí, también del verso libre y el poema en prosa.

Poesía que esplende en las pequeñas minucias de la vida, en las vivencias cotidianas, que canta la vida particular, las diminutas alegrías y esperanzas, el milagro sempiterno del amor, la bendición de un cuerpo que comparte su tibieza, de un alimento que destella en el paladar, de la conversación afable, los paisajes fraternos, la misericordia de Dios que nos libra de nuestros desvaríos y perdona nuestra maldad.

Poesía íntima, recogida, que se aleja de la plaza, de las pasiones y controversias que dividen, separan y enfrentan a los hombres, para encontrar la palabra que hermana, que reúne, que convida.

Poesía labrada con paciencia, sin desvivirse por el aplauso y el encomio, macerándose en el recogimiento de años de cuidadoso escardo, de orfebrería detallada. Nada de buscar la claque, el ruido de elogios basados no en el disfrute de la obra, sino en la adscripción política, al margen del valor propio del poema.

El poeta José Carlos Rosales, sobrino del granadino, destaca que su tío solía aconsejar que los libros no debían publicarse antes de diez o doce años, que había que tenerlos esperando. "Creía que uno de los peligros que debía de sortear siempre el escritor era el de publicar demasiado pronto. Su idea era que cualquier publicación es prematura, porque uno siempre se arrepiente de cómo lo ha hecho y luego trata de rectificarlo".

La poesía es una búsqueda de transitividad en experiencias tan personales, tan intransitivas, que es casi milagro que pueda verificarse la comunicación. El mismo Rosales nos dice:

"A cada hombre le tendríamos que hablar en una lengua distinta,
a cada amigo le tendríamos que hablar con una voz distinta

para que nos pudiese comprender,

pero la lengua personal es tan fiel a sí misma,
tan incomunicable
que las palabras son como ataúdes
y sólo llevan de hombre a hombre
su andamio agonizante,
su remanente de silencio
y su estertor…"
(La cicatriz)

EL OFICIO DESVALIDO DE POETA

"La poesía es la más desvalida y menesterosa, anda siempre con los pies descalzos", expresó en una ocasión Luis Rosales. Aquí, allá, doquier, la poesía es tenida por oficio inútil. Vivimos tiempos prosaicos, signados por lo utilitario, por lo funcional, por lo que puede mercadearse. La poesía es una pasión tan personal, tan íntima, tan recogida y ajena a las modas y afanes dominantes, que muchos miran con desdén. Y sin embargo, para Rosales era un título que temprano adquirió y al que nunca renunció.

Cuando alguien le preguntó qué era lo que más valoraba de su vida, larga y cargada de experiencias, respondió: "Bueno, este pequeño título al que nadie le da valor que es ser poeta. Yo nunca he dejado que me lo arrebaten".

Se reconocía orteguiano. Rosales llegó a afirmar de su maestro: "…fue quien me amuebló la cabeza, quien me enseñó a pensar, quien me ordenó las ideas hasta hacerlas constituir un todo".

A Luis Rosales, Pedro García Domínguez, filólogo español, lo retrata en adjetivos cargados de encomio: "era señor en todo y en todo un caballero: noble y generoso; sabio y prudente. Era gran conversador, infatigable y ameno".

Otro gran mentor en su vida lo fue José Bergamín, quien fue su primer editor y le guió en sus primeros momentos y de quien cuenta la siguiente anécdota: "Le dije un día: tengo mucha dificultad para expresar con palabras lo que pienso. Y Bergamín me respondió: Luis, no se escribe con ideas, se escribe con palabras".

Su relación con la poesía es de cultivo paciente, a solas. Llega a decir, en una de tantas entrevistas, que no escribe para los lectores, pese a agradecer que existan. "Escribo por obligación ética, para cumplir un destino al cual estoy llamado; yo soy, irremediablemente, un escritor. Me han preguntado en alguna ocasión: "tú por qué tardas tanto en publicar tus libros?". Yo a veces he tardado diez años o quince años en publicar un libro, porque a mí lo que me interesa es escribirlos, no publicarlos. ¡Los libros están ahí! Si yo no los publico, otros lo harán por mí; si alguien tiene que leerlos, alguien los leerá; pero quiero separar por completo estas cosas. Primero, que para mí el lector es muy distinto del público; me interesan los lectores, a los cuales debo muchas de las alegrías que he tenido en la vida.

Y hay que hacer otra distinción. Yo escribo únicamente como un compromiso ético que tengo conmigo mismo, con mi tiempo y, naturalmente, con Dios. En esa última relación hay un Dios – para mí, Jesucristo – que es el Tú absoluto; ese Tú, para mí de alguna manera, es siempre el horizonte, hasta en los poetas más blasfemos. De ahí nace ese imperativo que yo siento al decir que escribo por una conformación interior mía que, en definitiva, es un compromiso ético".

Este es Luis Rosales, poeta, ensayista, hombre de bien, de cuyo nacimiento este 2010 se cumplen 100 años y cuya poesía y prosa son grandes monumentos de la literatura española en el siglo XX.

"El recuerdo se teje

Con doble hilo,

Y de cuando en cuando se recuerdan cosas

Que no han sucedido".

Luis Rosales

Lea el www.scribd.com el poemario homenaje a Luis Rosales con motivo de los cien años de su nacimiento: http://www.scribd.com/doc/39614861/LA-LUZ-INTERRUMPIDA-Y-OTROS-POEMAS-POR-LUIS-ROSALES-ESPANA

Véase en mi blog.-


martes, 13 de julio de 2010

Lo llaman "atrasismo"

La ideología que, en lugar de aspirar al progreso, impulsa hacia el atraso y al suicidio de los pueblos.

Lo llaman "atrasismo"

Marcos Aguinis
Para LA NACION

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Viernes 2 de julio de 2010 | Publicado en edición impresa

Desde España, el escritor Horacio Vázquez-Rial nos provee de una palabra develadora que acaba de acuñar: "atrasismo". Se refiere a una potente ideología, infiltrada en los espacios de la izquierda (o llamada izquierda), que en lugar de querer un avance hacia el progreso, impulsa hacia el atraso. Es cierto que ama a los pobres y marginados, pero no los ayuda a superar la miseria. Por el contrario, la miseria de franjas cada vez más grandes es celebrada como una victoria.


Vázquez-Rial cita a Carlos Alberto Montaner, quien describió a los miembros de esta filiación absurda como "gentes que, paradójicamente, admiran el modelo de desarrollo de los pueblos que menos progresan". Aparecen los ejemplos de Venezuela, Bolivia y Cuba, entre otros. En vez de apuntar hacia el mañana, se atornillan a un ultraconservadurismo empobrecedor que les impide avanzar. Un líder indigenista boliviano confesó que "nuestro futuro es nuestro pasado". Terrible. Porque el derecho a cultivar la hermosa identidad indígena y los valores que ella contiene son distorsionados hacia una dirección autodestructiva. En lugar de ponerse al día, para que esos factores sean dinámicos y productivos en el presente, aspiran a quedarse atados a las tumbas. Es tan ridículo como si los egipcios pretendieran vivir en los tiempos de los faraones y los italianos en los de César Augusto.


La solidaridad con los que sufren privaciones no es acompañada por un análisis profundo de sus causas, como lo hicieron grandes pensadores y estudiosos, entre los que incluyo, claro, a Karl Marx. No. Se manejan con esquemas que no miran las evidencias de los cambios en el mundo. Esos esquemas fueron útiles y acertados tiempo atrás. Por ejemplo, el proletariado, que adquirió luminosidad mesiánica porque era la clase social que redimiría a todos los hombres, ya no existe o no existe con las características del siglo XIX. Sólo mencionarlo es una antigüedad.


Otras categorías e instituciones siguen su mismo destino. El capitalismo tampoco es igual al descrito por los clásicos y ya se duda si el nombre es suficientemente abarcativo de sus proteiformes rasgos. Sin embargo, el "atrasismo" lo ve como el claro enemigo número uno. Y todo lo que pueda destruirlo es apoyado con alegría. Por eso, algunos fracasos de este sistema (crisis financiera, perseverancia de la pobreza, castigo de la desocupación, desigualdad insolente y otros flagelos) son voceados como victorias. Hasta se desea que haya más crisis, pobreza, desocupación y desigualdad. Cuanto peor, mejor. Se ansía que el capitalismo caiga en ruinas. Pero ¿con qué reemplazo? ¿Cuál socialismo o cuál comunismo es inmune al fracaso y garantiza el Edén?
No se mira lejos. Sólo se quiere la descomposición y la caída del capitalismo. Este anhelo se vigorizó con el indigerible fracaso de las experiencias estalinista, maoísta, castrista y guerrillera. El deseo de muchos Vietnam expresado con sinceridad fanática por el Che no se ha cumplido. Algunos reemplazan esa catástrofe (con antifaces de cierta respetabilidad) por el terrorismo islámico. No hay que ser muy agudo para descubrir estalinistas, maoístas y castristas entre quienes aparentan defender ahora la democracia y, de un modo artero, esquivan la mirada y el discurso ante el avance de los talibanes y la persistencia de muchas dictaduras.


El "atrasismo" tiene hondas raíces. Proviene de los tiempos en que comenzó la esclavitud entre los seres humanos. Una persona encadenada a otra y obligada a producirle riquezas de modo forzado no podía dejar de anhelar quemárselas. Su primera aspiración era sabotearlo, herirlo y asesinarlo. Luego quitarle lo que tenía. Esto se mantuvo e incrementó a lo largo de milenios. Las crónicas y la literatura ofrecen infinitos testimonios. La epopeya radicaba en asesinar al tirano, no en narrar cómo el oprimido luego se dedicaba a crear su propia riqueza. Esto último es aburrido y no estremece. Estremece demoler al opresor. En la misma línea va la saga de Robin Hood: quitar al que tiene. La distribución alegra, pero no estimula a seguir produciendo, de esto no se habla.


Una línea semejante cursa el tema de la plusvalía. Cuando Marx la estudió, no tuvo a su alcance las pruebas de que la riqueza también se produce sin robo. Después Lenin desarrolló el concepto del imperialismo mediante el traslado de la plusvalía a países enteros saqueados por una potencia. Pero resulta que ahora existen individuos y países que han prosperado de una forma asombrosa sin atracar ni colonizar a nadie. ¿Entonces?
También abunda la tendencia a culpar de los fracasos a factores externos. Buscar un chivo expiatorio es muy frecuente. A nivel global ahora el chivo expiatorio, según la oportunidad, se llama capitalismo, FMI, imperialismo, Israel, liberalismo, etcétera. En la Argentina y Venezuela sus gobiernos añaden a la prensa independiente. Son los culpables. Los malditos culpables. Los que hay que erradicar para que el mundo funcione mejor. ¿Funcionará mejor?


En el "atrasismo" se confunden las cosas. Ha incorporado racionalizaciones y clichés que pretenden justificar errores graves. Incluso se ha llegado a invertir el objetivo inicial de la izquierda. En efecto, en su origen la izquierda fue libertaria, crítica, no aceptaba dictaduras, ni cercenamiento de los derechos individuales, ni quedarse en la pobreza. El objetivo máximo era llegar a que hubiese tanta abundancia para que "cada uno dé según su necesidad y cada uno produzca según su capacidad". Se deseaba la riqueza. Sin coerciones. Sin tiranías. Sin envidia ni rencor. El paraíso.


Pero esto fue distorsionado tras la Revolución Francesa misma, que impuso el terror para liquidar a los antiguos dueños, devoró sucesivas capas de revolucionarios y desembocó en la dictadura napoleónica. La segunda gran distorsión de la izquierda, cuyas consecuencias duran hasta el presente, ocurrió tras la Revolución Rusa. Cayó en la tragedia de otra dictadura, esta vez "en nombre" del proletariado. Gulags, genocidio, purgas, regresión artística, antisemitismo, cercenamiento de los derechos individuales, silencio de la prensa, censura en todos los campos de la actividad humana, abominación de la democracia y degüello de la libertad. Ese modelo "progresista" fue reproducido por Mao, Pol Pot y otros regímenes. Todos ellos generaron atraso económico, político y social. Pero sus fanáticos no lo quieren reconocer. Inventan argumentos risueños para mantener la ilusión. Ninguno de ellos consiguió desarrollos excepcionales, a lo sumo efectuó plagios del capitalismo horrible.


Un ejemplo perfecto de "atrasismo" lo ofrece ahora la Franja de Gaza. Empecemos por reconocer la legitimidad de sus habitantes por conseguir la autodeterminación porque nunca, nunca desde los tiempos de los filisteos, habían gozado de entera libertad. Después del mandato británico cayeron bajo dominio egipcio por dos décadas. En ese período no se les facilitó la autonomía ni el progreso, sino que se los utilizó para hostilizar a las poblaciones civiles de Israel. Aumentó la pobreza y no se permitió que los refugiados de la guerra se integrasen al mercado. Luego cayeron bajo el control israelí. Tras varias décadas de una convivencia aceptable, que incluía trabajo para cientos de miles en la misma Israel y los beneficios de sus hospitales, universidades, provisión de insumos y comercio bilateral, surgieron los antagonismos. Unos diez mil israelíes construyeron en ese territorio varios asentamientos que lograron un despliegue alucinante, porque hasta exportaron flores a Holanda y quesos a Suiza. ¡Desde la Franja de Gaza! Los reclamos de terminar con la ocupación israelí, sin embargo, hicieron que un duro como Ariel Sharon decidiese retirar todas sus fuerzas e incluso sacar de los pelos y las orejas a los colonos judíos. Gaza se convirtió en un territorio Judenrein (limpio de judíos).


Terminó la ocupación, a la que se le echaba la culpa de todos los males. Sharon tuvo la esperanza que de ahí nacería un significativo avance hacia la paz. Pero Gaza no se convirtió en la piedra basal de un Estado palestino fraterno y progresista, sino en la plataforma de lanzamientos de inclementes misiles. Hace poco visité Sderot, cerca de la frontera, y vi. una cantidad impresionante de esos misiles, disparados contra centros comerciales, hospitales y escuelas. Vi también los búnkeres donde huyen a refugiarse cada vez que suena la alarma. Del lado de Gaza, en cambio, no hay refugios porque usan de escudo humano a la población. Si mueren muchos, mayor será su éxito mediático.


Advertí que en Gaza se practica el "atrasismo" en plenitud. No se construyen centros turísticos, ni aprovechan las bellezas del mar, ni los descubrimientos arqueológicos, ni las fértiles huertas y granjas que habían construido los israelíes, ni se marcha hacia una producción que lleve a la prosperidad del pueblo. Al contrario, se gastan millones de dólares en misiles y en demostraciones estériles. En aumentar el atraso. Antes de que Hamas tomase el control, no había "crisis humanitaria". La crisis fue creada por el gobierno fundamentalista, precisamente, luego de rebelarse contra la Autoridad Palestina y asesinar a un centenar y medio de sus funcionarios. No acepta la solución de dos Estados (uno judío y otro árabe) porque sólo quiere la destrucción del envidiado y exitoso Israel. Su objetivo es destruir, no construir. Echan la culpa al otro e invocan el bloqueo, olvidando por qué nació. Antes de que empezaran a disparar su lluvia de misiles no había bloqueo alguno. Incluso en las actuales circunstancias ingresan a diario en la Franja de Gaza camiones con toneladas de insumos israelíes, que incluyen alimentos, vacunas y artículos medicinales. Muchísimo más de lo que podría aportar la más nutrida flota extranjera. He visto también a numerosos habitantes de Gaza en los hospitales israelíes.


La aún parcialmente ocupada Cisjor-dania, por el contrario, dejó de enviar criminales suicidas y se dedica a progresar en serio. Por haber disminuido la corrupción y dejar de llamar a la guerra, su crecimiento llegará este año ¡al 10%! Ahí comienzan a ponerse las bases de un brillante Estado palestino.


Pese a estos datos, el "atrasismo" de Gaza convoca más simpatías. Y estas simpatías sabotean el progreso, eternizan al atraso. Quienes de verdad aman a los palestinos deberían exaltar el modelo de Cisjordania y condenar el de Gaza. No es fácil, sin embargo, desprenderse de la confusión que el "atrasismo" genera. Es una diabólica trampa de la que ni siquiera pueden liberarse muchas mentes lúcidas.