lunes, 1 de diciembre de 2008

François Furet y las dos caras de un mismo monstruo totalitario.

En su última obra, Le Passé d'une illusion1, el historiador François Furet, gran especialista de la Revolución Francesa, aporta su grano de arena a una tesis que ya había sido enunciada, hace más de treinta años, por el escritor político francés Raymond Aron y la filósofa de origen alemán Hannah Arendt2, a saber, que el comunismo y el nazismo eran las dos caras de un mismo monstruo totalitario. Esta obra acaba de recibir en París, el Premio al mejor libro político 1995. Los regímenes comunista y nazi, que entran a la vez en la escena histórica, recurren, según François Furet, a las mismas prácticas, someten a los individuos a las mismas coacciones y, en laboratorios análogos aunque en competencia, forjan en la sangre el "hombre nuevo" del mañana. Para defender esta tesis el autor toma, sin embargo, un camino original, trazando la historia de cómo se percibía el comunismo en el Occidente liberal.

A diferencia del nazismo, el régimen que se instaura en Rusia a partir de 1917 disfruta de una auténtica aura a ojos de los intelectuales europeos. Marx es, por supuesto, el nombre propio de esa proyección y ningún pensador con fundamento, incluso hoy, pondrá en duda el talento del filósofo; pero pronto se considerará la Revolución Francesa como el modelo de la revolución rusa de 1917. Numerosos historiadores, especialmente en Francia, fomentan la comparación y justificarán en nombre de la primera los momentos de terror de la segunda. Así que se comparan las purgas que efectúa Stalin en el partido Bolchevique en los años 30 con la liquidación de los partidarios de Hébert y Danton por parte de Robespierre, y el asesinato político cobra legitimidad gracias a una revolución del pasado.

SOBRE LA INTERPRETACIÓN DEL FASCISMO POR ERNST NOLTE François Furet

El texto a comentar forma parte de un libro titulado Fascismo y comunismo, libro que, como bien indica su nombre, trata de las dos grandes ideologías del siglo XX, aunque a la vez está tomado de un libro de François Furet titulado Le Passé d'une illusion. Sobre este tema hay cantidad de textos, libros, películas... ya que han marcado la época de explosión mediática que comenzó a dar sus primeros pasos con la imprenta en el siglo XVIII y se afianzó a finales del XIX con la invención del cine. Estos dos temas se han tratado desde diferentes puntos de vista, en relación, por separado, por situación geográfica... En el caso del texto a analizar, se establece una especie de triángulo entre fascismo, comunismo y la guerra de 1914 (La Gran Guerra), en el que los tres conceptos permanecen relacionados entre sí.

El tema principal del texto de Furet es la creación del comunismo y el fascismo, aunque profundizando todavía más en el tema podríamos encontrar un subtema que sería la continua discusión de los historiadores sobre el tema mencionado. En cuanto a la tesis, debido a que se expone la opinión sobre el tema de dos autores, François Furet que es quien escribe el texto, y Ernst Nolte, se puede hablar de dos tesis, la primera formulada por Furet en la que se plantea el fascismo como consecuencia del comunismo, así Furet dice: “el fascismo mussoliano de 1919 puede concebirse como una `reacción' a la amenaza de un bolchevismo a la italiana, surgido también él de la guerra, y construido más o menos siguiendo el ejemplo ruso”. A la vez se plantea la guerra del 14 como el origen de ambas ideologías y, por tanto, madre de los grandes acontecimientos del siglo XX. En cambio, lo que se entiende, en un principio, de la tesis de Nolte es que fascismo y comunismo son dos grandes movimientos paralelos fruto del sistema liberal; del texto se extrae este fragmento “El sistema liberal, en lo que ofrece de contradictorio y de indefinidamente abierto hacia el futuro, constituyó la matriz de las dos grandes ideologías, comunista y fascista”. Pero en lecturas posteriores como Historia del siglo XX de Eric Hobsbawn nos muestran una teoría de Nolte diferente, más parecida a la tesis de Furet y en la que se afirma que las barbaridades fascistas están inspiradas en las barbaridades cometidas previamente por la revolución rusa.

A la hora de dividir el texto, se puede hablar de tres partes bastante bien definidas entre los cinco párrafos. La primera parte, que engloba los dos primeros párrafos, es una larga introducción del tema, en el párrafo dos Furet dice “Ya no se trata de examinarlas a la luz de un concepto, en el momento en que alcanzaron respectivamente el punto más alto de su curva, sino más bien de seguir su formación y sus éxitos, con objeto de captar lo que cada una tiene a la vez de específica y de común con las demás”; y de la tesis de Furet. La segunda parte, la tesis de Furet, es todo el tercer párrafo, aunque podría decirse que queda introducido ya de forma muy específica al final del segundo párrafo y de este hecho que el párrafo tres empiece con “Este enfoque”. Tal y como ocurren en la introducción, la segunda parte, da pie a la tercera, así se empieza a hablar de Nolte que es el “protagonista” del cuarto y el quinto párrafo, es decir, de la tercera parte. Esta última parte equivale a la tesis de Nolte, de la que casi podría decirse que es la antítesis de la tesis de Furet.

Una vez introducidos los principales puntos del análisis del texto, parece necesario una breve explicación de cada una de las ideologías.

El comunismo es una doctrina política, económica y social basada en la abolición de la propiedad privada y en el establecimiento de la posesión y administración de bienes y fuentes de riqueza por la sociedad. El filósofo alemán Karl Marx, cuya formación provenía de la izquierda hegeliana, desarrolló la idea del materialismo dialéctico o marxismo, que sirvió de base para la concepción de la sociedad comunista. Según Marx y Engels, el comunismo sería la fase superior de la sociedad socialista establecida a partir de la revolución de los proletarios; la clase obrera tomaría el poder y se suprimiría la propiedad privada de los bienes de producción. Lenin llevó a la práctica en la revolución de octubre de 1917, tras la situación insostenible en la que se encontraba Rusia, las ideas de Marx y Engels, así se creó la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).

El fascismo es un movimiento político y social, principalmente de juventudes organizadas bajo el signo de las antiguas “fasces”, basado en la dictadura del partido único, la exaltación y el corporativismo, creado en Italia por Mussolini, socialista renegado, en 1919, como reacción frente a la crisis que afectó al país después de la Primera Guerra Mundial. Por extensión, se denomina fascismo a cualquier régimen político en el que impere una dictadura reaccionaria.

El nazismo es la adaptación del fascismo italiano en Alemania, aunque con algunas diferencias ya que este movimiento es antisemita y xenófobo en general, característica que, en un principio, no se observó en el fascismo.

Los tres movimientos totalitarios se tuvieron lugar en la primera mitad del siglo XX. El Comunismo, como ideología, ya se había gestado a lo largo del siglo anterior, desde los primeros socialistas utópicos hasta la 1ª Internacional de Marx. En 1917 se produjo la llamada “Revolución de Octubre” durante la cual los comunistas tomaron el poder de Rusia.

La “Revolución de Octubre”, según mi opinión, no fue sólo fruto de la Primera Guerra Mundial o sólo producto del Liberalismo sino que este hecho se explica a partir de un cúmulo de situaciones que coincidieron y tuvieron como detonante la Guerra del 14. Estas situaciones fueron el gran empobrecimiento de la población rusa; la falta de una revolución industrial que diera lugar al paso de la sociedad agrícola a la sociedad industrializada; la situación de opresión a la que estaba expuesto el pueblo ruso por parte del gobierno autárquico de los zares; la creación de diferentes grupos políticos defensores de la revolución y el retorno de un líder como Lenin. Poco a poco, una vez establecidas las bases de la revolución y tras una votación no favorable para el partido comunista y por tanto la destrucción de la democracia, puede decirse que se estableciera el totalitarismo.

Podría decirse que, en cierto modo, los fascismo nacieron como la respuesta de la ultraderecha europea al comunismo de la URSS, pero esto sería simplificar demasiado este fenómeno ya que, al igual que ocurrió con la Revolución de Octubre, existen otros factores para que estos movimientos tuvieran lugar en Europa. La Primera Guerra Mundial tuvo entre sus grandes perdedores a Italia y Alemania. El primer país, después de cambiarse de bando a mitad de la guerra y unirse a los aliados, no tuvo ningún tipo de compensación económica y esto empezó a crear la sensación de resentimiento. En esta situación apareció Mussolini, un antiguo socialista que junto a los camisas negras se enfrentaban a los sindicatos y el resto de comunistas que hacían demasiado “ruido” en el país herido. Junto al Duche se encontraba la Iglesia que, tras años de conflicto con Italia, apoyaba al dictador que llegó al poder por medio de la democracia después de llevar a cabo una política demagógica y ultranacionalista.

El caso de Hitler es bastante parecido al de Mussolini ya que se encontraba en un país destrozado y lleno de deudas, en un país que históricamente había aspirado a ser el gran imperio mundial y ahora tenía que agacharse frente a su gran rival que era Francia. El Fürher también se enfrentó a los comunistas, de quienes se deshizo después de una falsa acusación; también se sirvió de su Grupo de Protección (SS) para acabar de inclinar la balanza democrática; de la publicidad, al igual que hicieran los otros movimientos; y, al igual que en Italia, culpó a la ilustración y el liberalismo de parte de los problemas del país, así que, frente al desconcierto político del momento, llegó al poder.

Este cúmulo de acontecimientos fue el motor necesario para que estas tres ideologías i formas de totalitarismo se introdujeran en Europa.

Una vez establecida la breve definición de las tres ideologías, hay que ubicarlas en su contexto histórico, que a la vez supone una opinión sobre lo que supuso la creación de los tres movimientos.

La situación insostenible en la que se encontraba Rusia se debía a: la crisis económica, las dificultades exteriores, la opresión del pueblo por parte de la autocracia zarista... pero fue la entrada del Imperio Ruso en la Primera Guerra Mundial en 1914 lo que desencadenó el movimiento revolucionario de 1917 que supuso la creación del primer estado socialista.

Pero las ideas marxista eran demasiado teóricas como para llevarlas a la práctica, de esta forma se pasó al totalitarismo y a la concentración del poder en manos de Stalin, sucesor de Lenin, que no veía la necesidad de extender la ideología comunista alrededor del mundo y así acabó con cualquier relación pacífica con otro país que no fuera comunista.

Tras esta explicación puede decirse que la Revolución Rusa fue fruto de la caída de los antiguos ideales, de la caída del imperialismo, consecuencia también de la guerra de 1914 a la cual el pueblo ruso no podía hacer frente pero a la que el gobierno ruso no se opuso.

El fascismo se desarrolló después de la Gran Guerra, en la que Italia no había satisfecho sus ansias de engrandecimiento y que sumió al país en una dura crisis económica. Los campesinos ocupaban las grandes propiedades y los obreros asaltaban almacenes y fábricas. El fascismo fue copando progresivamente todos los organismos estatales; en las elecciones de 1924 se aseguró la mayoría absoluta en el parlamento, pero tras el asesinato del diputado socialista Matteotti la oposición abandonó la cámara. Mussolini proclamó entonces la dictadura e ilegalizó los restantes partidos políticos. El Duce o jefe del partido fascista era a la vez jefe del gobierno y nombraba al secretario general del Gran consejo fascista.

Esto demuestra que no sólo la intención de combatir el socialismo ruso sino también la crisis provocada por las pérdidas de la I Guerra Mundial, hicieron que Mussolini subiera al poder incluso con el permiso del rey y la “bendición” de la Iglesia.

En el caso alemán, la abdicación, en 1918, del káiser Guillermo II dio lugar a la proclamación en Alemania de la República de Weimar, la presidencia de la cual quedó en manos del socialista Elbert. La Alemania vencida inició la experiencia de un régimen democrático en unas condiciones políticas i económicas muy adversas. La nueva república, nacida en medio del desastre militar, tuvo que asumir la derrota y aceptar las duras condiciones de paz impuestas por los ganadores. Además, la crisis económica (deudas y crack del 29) y el desorden político (numerosos intentos de golpe de estado se sucedían) radicalizaron las posturas de los alemanes y los fueron conduciendo, poco a poco, hacia el nacionalsocialismo. Este hecho explica que, en 1933, Hitler subiera al poder por la vía democrática, y algo de ayuda de la violencia.

El éxito nazi hay que buscarlo en el apoyo que encontraron entres las clases medias, los campesinos arruinados y los obreros desesperados ante el paro y la miseria. El nacionalismo radical de los nazis les hizo ganar adeptos entre los militares y antiguos combatientes y entre la burguesía deseosa de un poder fuerte.

En el caso alemán, la crisis producida por el resultado de la I Guerra Mundial era todavía más grande ya que Alemania había perdido parte de su territorio, gran parte de su ejército y su moneda prácticamente no valía nada debido a la devaluación. En cuanto la situación empezó a mejorar, el crack del 29 sacudió a toda la sociedad (excepto a la URSS que daba la espalda al capitalismo) y acabó de destrozar la economía alemana. El mismo descontento que dio lugar a la Revolución Rusa, supuso el ascenso al poder de Hitler.

Pero los tres movimiento tienen características comunes, aunque en un principio el fascismo y nazismo se opongan al comunismo, y es que las tres ideologías se basan en las masas, se oponen al mercado libre y se valieron de la publicidad, elemento del que se ha hecho mención al principio y del que Hitler, por medio del ministro Goebles, tanto se sirvió; la violencia también es común a los tres movimientos y es necesario hablar de los campos de concentración nazis, de las cárceles en Siberia comunistas y de los numerosos asesinatos en general; también se asemejan estos totalitarismos en la especial atención prestada a la economía y la gran inversión armamentística que, podría decirse, llevó a la URSS a la crisis económica en la que, todavía hoy, está sumida.

Una diferencia que hay que recalcar es que el comunismo bebía, en cierto modo, de las ideas de la Revolución Francesa, ideas que tanto el fascismo como el nazismo aborrecían y negaban.

Para finalizar, y a modo de conclusión, hay que apuntar que la discusión sobre las raíces del comunismo, el fascismo y el nazismo continuará durante años, además, la cercanía en el tiempo de los hechos impide un análisis lo suficientemente objetivo sobre el tema. Para armar este post la información se encuentra en los siguientes web adjuntos:

http://html.rincondelvago.com/interpretacion-del-fascismo-por-ernst-nolte_francois-furet.html

http://www.diplomatie.gouv.fr/label_france/ESPANOL/IDEES/FURET/fur.html

Pablo Ramírez Torrejón

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