lunes, 14 de julio de 2008

EMILIO ORIBE ANECDÓTICO

Anteayer fue cuando tuve por primera vez la oportunidad de elevar mi voz para rescatar la memoria del filósofo y poeta uruguayo Emilio Oribe. No importa que tan ignota haya sido mi disertación... alguien alzó la voz, eso es todo. Les dejo entonces las lineas que escribí en su honor...

EMILIO ORIBE ANECDÓTICO

Profesor Fernando Gutiérrez

En mi primer contacto con la obra de Emilio Oribe tuve la mayúscula sorpresa de que se trataba de un filósofo cabal, un ontólogo como ningún otro filósofo uruguayo llegó a serlo. De ahí mi admiración y mi agradecimiento. Pero además me he asomado a sus palabras con el regocijo de ver en ellas fulguraciones de un pensamiento y una sensibilidad que rompe los diques estrechos de la mentalidad vigente, ya sea a nivel de nuestra nación como a nivel global.

¿Quién fue y es Emilio Oribe? Ante todo un filósofo, un uruguayo nacido en Melo en el año 1893. El centenario de su venida al mundo, acaecido en 1993, pasó, sin embargo, ferozmente desapercibido entre sus connacionales. Por supuesto que este feroz olvido al que se somete su filosofía no será practicamente modificado por una oscura conferencia ofrecida por un joven desconocido. Pero, bueno... aquí estamos.

Y, en realidad, Emilio Oribe hubiera querido que hoy se lo recordara como poeta. Antes poeta que filósofo es lo que quiso ser. Así trató de permanecer. Digamos entonces que fue un filósofo-poeta, una combinación, una mixtura que caracterizó también al oscuro Heráclito y al temperamental Federico Nietzsche. Con ellos compartió también la autoalabanza no carente de un elitismo que no puede confundirse con un aristocratismo clasista pues no es otra cosa que el despecho orgulloso del solitario que prefiere seguir siendo hiperbóreo a toda costa. Nietzsche abandonó a la humanidad arrastrado hacia la locura por tormentos difíciles de decifrar delirando una Ariadna imposible, Heráclito se apartó de sus congéneres después de dejar en el santuario de Artemisa su única obra dispuesto a hundirse en las selváticas montañas para siempre...

Oribe, por su parte, murió empobrecido, padeciendo cáncer, tirado en un catre del hospital Maciel. Esa ignominiosa muerte solitaria aconteció en 1975 mientras que a su nación se la tragaban las fauces inmundas de una dictadura militar. Con razón profética escribió:

- "Conmigo se ha sido injusto... En un continente inepto para las esencias y las ideas tuvo que ocurrir esto. No me quejo jamás. Constato." -

Y con razón también se congració con el viejo Heráclito expresándose como sigue:

- "Heráclito fue una vez a consultar el sentido del oráculo de Delfos. Leyó el "conócete a ti mismo".

Lo suprimió por esto:

- "Estás solo. Nadie hará nada por ti".-

A sí mismo se anunció el maestro Oribe esa muerte que ha sido ignominia inclaudicable para sus inefables compatriotas. Lo hizo en un poema intitulado "Panta rei"... otra vez sospechando y sugiriendo su lazo espiritual con Heráclito... Así pensó en su propia muerte:

- "Murió, es bien cierto. En soledad terrible

nadie lo vela, ni lo acuna el viento." -

Y en otra parte:

- "No ama del todo, con la frente escribe. " –

Su pobre corazón no ha sido puro. Así afirmaron con lenguaje duro. A Emilio Oribe hoy nadie lo concibe.

Y todavía...

- "Huyó prebendas, pompas, raso y oro.

Siempre fue altivo y solo como fiera.

Murió de pronto en un lugar cualquiera.

Emilio Oribe siempre usó el decoro."


En su ensayo "Piedra de toque" el poeta colombiano Alvaro Miranda, un lejano observador de otras tierras afirma: "Aún no se ha convertido en conocimiento cabal y admiración plena ni la estatura filosófica ni la dimensión poética de Emilio Oribe." ¿Y quiénes sino los uruguayos, hambrientos de exiliarse a otras tierras y con la mente abierta como un radar obsecuente hacia foráneas influencias, son los responsables de esta ausencia de admiración, contumaz y aberrante?

Pero que no me pierda en invectivas como acostumbro porque aquí lo que intento es recuperar por un instante el recuerdo de Emilio Oribe. Retorno pues a él a través de otra de las facetas de su vida... la del profesor que viniendo de Pocitos en ómnibus llegaba dia a día a brindar su cátedra filosófica o literaria ya sea en el liceo Miranda, ya sea en el Vázquez Acevedo, instituciones en las que alguna vez, sin notoriedad alguna, ejerci también mi labor docente. Asi lo recordaba uno de sus alumnos, Hyalmar Blixen, en un artículo publicado en el diario "Lea" en diciembre de 1988:

- "Muy presente tengo el recuerdo de Emilio Oribe, mi profesor de filosofía en la Sección Preparatorios, correspondiente a lo que ahora se conoce como 5º y 6º años. Daba entonces sus clases en el segundo salón del Instituto Vázquez Acevedo, puntualmente a las ocho de la mañana, en una sala repleta de estudiantes que lo escuchaban con total atención. Su habla era pausada, su voz algo baja, su expresión, soñadora y melancólica. Aunque casi nunca sonreía, revelaba su rostro evidente benevolencia. No siempre miraba a la clase; a veces, como dicen que lo hacía también Rodó, posaba sus ojos en la pared, quizá en un deseo de no distraer su atención y concentrarla en la profunda luz difícil de sus pensamientos, siempre de un nivel muy alto. Se le respetaba profundamente por su sabiduría y también por su comprensión humana." -

Y luego agrega Blixen:

- "Más adelante, cuando lo vi en reuniones de intelectuales o en pequeñas tertulias, se manifestaba hombre más cercano, cordial y abierto. Me sorprendió cuando capté su sensibilidad exquisita manifestada hacia la belleza femenina, sublimada en su poesía y su transfiguració n delante de una mujer hermosa; era eso muy natural, pero que no se veía desde el aula; allí sólo se adivinaba su vuelo metafísico, ¿y por qué no? su bondad y su comprensión para con su alumnado." -

No alcanza, sin embargo, con brindar una semblanza más o menos lograda de la personalidad de Oribe sino que es necesario, al menos por un rato, adentrarse en su filosofar.

El núcleo de su filosofía es lo que dio en llamar la teoría del Nous. Considerada su propuesta con superficialidad podría decirse que no se refirió con ello más que a una versión más o menos diversa del Nous anaxagórico. Veamos, por lo tanto, en que se asemejan y en que se diferencian las posturas de Anaxágoras y Oribe. En primer lugar Oribe caracterizó al Nous, al igual que Anaxágoras, como inteligencia cósmica ordenadora, creadora de orden. En segundo lugar concibió al universo vital y material, al universo energético, como puro impulso homeomérico informe, caos irrestricto que tiende a desbordarse ilimitada e indeterminadamente.

Esa sustancialidad informe es penetrada, según él, por la inteligencia cósmica, que de este modo la eleva aquí y allá, esporádicamente, hacia las alturas del orden espiritual. Hasta aquí se puede decir que Oribe permanece junto a Anaxágoras, pero luego...

Dice Oribe:

- "Por si mismo el universo no es otra cosa que vida informe, irrestricta, caos vital. Pero en él y más allá de él, es decir, de un modo inmanente y trascendente al mismo tiempo, existe el Nous, principio ordenador del universo". -

Según esta afirmación el Nous oribiano rompe con el dualismo anaxagórico donde el Nous actúa sobre las homeomerías pero sin confundirse con ellas, sin sumergirse en su desenvolvimiento. El Nous oribiano, en cambio, es paradojal en cuanto trascendente e inmanente respecto de aquel caos vital sobre el cual se refleja. Con esto Oribe supera a Anaxágoras pues mientras aquel no logra exhibir el modo en que dos naturalezas, la naturaleza material y la espiritual, interactúan a pesar de su absoluta diferencia, Oribe propone la siguiente respuesta:

- "El desenvolvimiento del Nous inmanente a la vida universal es la Inteligencia. Ella traspasa y da forma a los seres, así como a la razón humana. Al desenvolverse en tanto que Inteligencia, el Nous permanece, sin embargo, en sí mismo, sin salir de sí mismo ni descentrarse, es decir, permanece trascendido respecto de su expresión en el universo y respecto del universo mismo. En esto no hay contradicción pues ocurre como cuando un objeto se refleja por medio de su propia irradiación en un espejo (por ej: una lámpara). Si bien el objeto puede estar inmóvil produce sobre el espejo, de un modo continuo, una imagen de sí. Tal es la relación entre Espíritu e Inteligencia, siendo el Nous ambos a la vez, el reflejo y lo reflejado." -

¿A qué filósofo podremos decir ahora que se acerca Oribe a través de esta asunción del Nous como un Narciso cósmico que permanece ante sí mismo en cuanto imagen reflejada en las aguas de la vida universal? En 1962 ocurre un acontecimiento que nos brinda una segura pista: la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República edita un ensayo suyo titulado "La intuición estética en Plotino" Por ser un artículo bastante postrero podemos decir que Oribe encontró solo a posteriori su conexión con el misticismo plotiniano. Pero quien ha leido alguna vez la Eneada Quinta notará fácilmente el paralelismo entre el Uno de Plotino y el Nous de Oribe.

Allí podemos leer lo siguiente:

- "Decimos que la Inteligencia es la imagen del Uno pero, de todos modos, conviene hablar con más claridad. Es preciso, en primer lugar, que el ser que ha sido engendrado se parezca al Uno e, igualmente, ha de mantener con él la misma semejanza que la luz con el sol. Pero el Uno no es la Inteligencia. ¿Cómo, pues, podrá engendrar la Inteligencia? Sencillamente porque ve al volverse hacia sí mismo y esta visión no es otra que la Inteligencia". -

A pesar del paralelismo, sin embargo, lo que notamos en la lectura de Plotino es que si bien concibe como Oribe el principio de una reflexión infinita como factor ordenador del universo no logra en cambio llevar la unidad a la dinámica de esta reflexión, considerando al Uno como distinto de su Imagen, es decir, distinguiendo lo trascendente y lo inmanente y subordinando lo inmanente a lo trascendente. En Oribe, en cambio, esta alienación de la Inteligencia con respecto al Espíritu queda superada por la paradojal inmanencia y trascendencia mixturadas en el Nous, cuya unidad no es simplemente la inmovilidad del Uno plotiniano sino la unidad reflexiva de un Sujeto Cósmico que es al mismo tiempo lo que se manifiesta y lo manifestado.

De modo que, finalmente, ni la ascendencia de Anaxágoras sobre el pensamiento de Oribe ni el paralelismo con Plotino le quitan a Oribe un cierto grado de superación y distinción respecto de ambos. A Anaxágoras lo deja atrás al colocar la dinámica de la reflexión allí donde el griego solo ofrece una intervención misteriosa de lo espiritual sobre lo material, y toma distancia con respecto a Plotino al concebir la unidad entre el Espíritu unitario y la Inteligencia que recorre el cosmos como su imagen...

El Narciso cósmico es, pues, en el pensamiento de Oribe, paradojalmente un ser desdoblado en la conciencia de su propia imagen y la dificil conciencia de su identidad con ella. La importancia de la identidad entre lo trascendente y lo inmanente en el Nous puede facilmente comprenderse: el Narciso que solo se concibe como la imagen que contempla, en la inmanencia de las aguas cósmicas, es una Inteligencia que sin dejar de serlo no logra elevarse sobre si misma hacia su aspecto trascendente, espiritual. Con respecto a esta posibilidad dice Oribe:

- "El ser humano tiene conciencia de sí como ser inteligente; tal es la razón humana, la Inteligencia particularizada en el individuo a causa de la reflexividad de la conciencia. El pensamiento racional solo es capaz de proyectar sobre el mundo, pese a todo, un mero orden racional y no un orden formal y espiritual. Para que esto ocurra, y solo puede ocurrir a través del ser humano, de la espiritualidad humana, la Inteligencia en él debe verse trascendida, debe conocerse e interpretarse como reflejo del Espíritu. Cuando esto ocurre y efectivamente suele ocurrir, la mera razón se transfigura y pasa a ser razón poética, productora no de un mero orden racional, sino del orden espiritual de la poesía y del amor entre los seres, de la belleza, concebida formalmente en terminos de armonía y equilibrio... Si la inteligencia humana, cuyo destino es trascenderse a sí misma por la visión del Espíritu, de la verdad del Nous, no lo hace, no puede devenir en el mundo como acción amorosa, poética, bella, sino que es mera inteligencia racional y concluye limitándose a lo práctico, técnico, científico. Que así sea no es algo reprobable pero sí estéril. Cuando la inteligencia humana simplemente actúa, sin trascender la acción misma, el caos vital, sin ser conciente de sí misma como Espíritu, sus acciones solo dividen y rehacen a partir de lo fragmentado, no unifican." -

De esta afirmación de Oribe se desprende una clara critica a la ciencia tal como es concebida aún hoy, como inteligencia abocada a la inmanencia pura de lo universal y la acción técnica... como tecno-ciencia y no como ciencia que tecnifica. La ciencia asi concebida solo es el servilismo de la inteligencia que se consume en la ceguera de la vitalidad cotidiana e intrascendente para el desenvolvimiento eficaz de la acción y no para su elevación, su trascendencia, su armonización, su embellecimiento espiritual. Claro que esto no impide a Oribe valorar la ciencia como actividad inteligente y por lo tanto como una superación de la irracionalidad y el caos instintivo y emocional. Dice Oribe:

- "Que la ciencia sea inteligencia sin voluntad de trascenderse no quiere decir que en ella no exista el hábito de una cierta elevación. Su ansia de determinar las cosas por medio de límites, leyes y números es una renovada aspiración a la forma, que dio sentido a la cultura griega, y un intento de salvaguardar la vida humana de la incoherencia, de la expresión confusa y de la acción inconexa" -

Podrá decirse aquí que Oribe pretende elevarse sobre la mirada científica en dirección a un idealismo hostil pero eso sería dejar de comprender que tan importante como la trascendencia resulta ser la inmanencia en la concepción unitaria del Nous oribiano.

A los efectos de disuadirnos de concebirlo como un vulgar idealista nos advierte Oribe:

- "Pudiera pensarse, puesto que los perceptos son de algún modo cadenas para el librepensar, que nuestra libertad interior estaría garantizada prescindiendo totalmente de todo lazo con el mundo exterior, por una subsunción de la razón en la reflexividad más absoluta de la yoidad, haciendo abstracción plena de todo lo ajeno al yo. La razón colocada de este modo frente a sí como frente al más pulido espejo lograría reflejarse perfecta y realizar al Nous sin indeterminación alguna. Pero no existe el Nous sino como inmanente y, por lo tanto, el trascender de la razón hacia el Espíritu no puede ir en desmedro de su acción, de su inmanencia en la experiencia." -

Ni el materialista ni el idealista están, en definitiva, a la altura del Nous oribiano, aquel por hallarse obnubilado en un sueño de pura inmanencia en la acción y este por hallarse enceguecido en su obsesión de pureza intelectual inmóvil y cerrada sobre sí misma. Dejemos a Oribe expresar esto con claridad:

- "Tanto el naturalismo, que incluye expresiones como el materialismo o el empirismo, como el idealismo, son concepciones erróneas de lo real en tanto que consideran solo un aspecto de la existencia, manteniéndose a un lado u otro de la confrontación entre Parménides y Heráclito. Por solo considerar un aspecto de esa realidad dual constituida por la diacronía del cambio y la permanencia que es el universo es que se pueden entender como válidas tanto una posición heracliteana como una posición parmenídea frente al Ser. Los materialistas no comprenden que si bien la acción pura produce cambio, desplazando las unidades homeoméricas,no produce ni perfeccionamiento, ni forma, ni definición. Hay cambios físicos, nada más, con la gran dramaticidad de lo accesorio, de lo que carece de finalidad en sí, o de sentido. Los empiristas, por su parte, no pueden aceptar que si bien la fluidez del tiempo se traduce subjetivamente en la fluidez de nuestras percepciones, detrás de ellas y de la fluidez fenoménica de la cual son repertorio, subyacen ideas, es decir, la legalidad inteligible que todo lo fundamenta, inmutable creación de la Inteligencia. No puede darse el cambio puro sin permanencia. La creación continua no es contradictoria con la existencia incambiada del principio ordenador universal sino que, por el contrario, el Espíritu y su manifestación, la Inteligencia, son el sostén de la temporalidad en cuanto garantía de permanencia,y en razón de ello, de toda existencia... Los idealistas, por su parte, siendo justos en su valoración de la preeminencia de lo espiritual, van más allá para negarle a la acción, a la vida, su papel en el devenir. Caen, pues, en el otro extremo, el de una concepción parmenídea a ultranza, que pretende suprimir lo azaroso y apariencial." -

Más resumidamente Emilio Oribe critica así los extremos idealistas y materialistas del pensamiento:

- "El pensamiento enemigo de la acción...tal es la actitud que se levanta enérgicamente por parte de los idealistas; de ahí a combatir al primero y exaltar la segunda, como hacen los materialistas, no hay más que un paso. Lo más difícil es defender el pensamiento como aquello que otorga sentido y realidad a la acción. La verdad es que o violentamos la vida imponiendo un orden de pensamientos a las cosas, o dejamos libradas a éstas a sus fatalismos más o menos disimulados." -

Hasta aquí un vistazo de su pensar ontológico del cual se desprende con una sistematicidad practicamente desconocida dada su escasez de lectores todo el resto de su pensamiento. Ahora veamos otros rasgos que lo definen ampliamente.
..

Existen quienes desde el apasionamiento izquierdista y sobre todo marxista lo consideraron un pulcro aristócrata alejado de todo contacto con lo popular, de toda consideración hacia el pueblo y la humanidad genérica. Craso error debido a la miopía con que se lo juzgó, miopía debida además al exceso de lecturas foráneas que puede terminar en el extranjerismo más estéril. Y lo más probable es que quienes asi lo consideraron no tuvieron ni una pizca de la compenetració
n con que vivió Oribe a su propio pueblo. ¿Sabrían acaso sus jueces como fue su infancia y juventud? Asi las relata en su introducción a la "Rapsodia bárbara":

- "Crecí bastante libre en el campo... Alterné con negros viejísimos, antiguos y esclavos, a quienes aún veo rengueando, picando tabaco en rama y fumando en chala. Viví entre las peonadas. Madrugaba para ir a las ruedas del fogón de la cocina o al corral, en donde me ofrecían jarros de leche y carne asada. El gaucho cuajó en mi su sobriedad, su destreza, su vigor, su arrogancia, su ternura. Vi domar, vi parar rodeo, vi enlazar y pialar, y degollar reses, y pisé y acaricié la sangre aún caliente que se amonedaba en coágulos al caer en el barro. Me interné y me perdí en los bosques cerrados de espinillos, y coronillas, tarumanes, del Tacuarí. Recuerdo viajes nocturnos, bajo la luna, para ir a pescar, a varias leguas de distancia de las casas. Una vez cuidé y curé un perro que fue atravesado por un toro, rompiéndole los pulmones y arrojándolo por los aires de un guampazo. Vi marcar, vi capar...." -

En este fragmento que acabo de transcribir el relato se centra en la infancia vivida en un paraje llamado Rincón de los Coronel, en Cerro Largo, cerca de Melo. A continuación transcribo un pasaje que relata lo vivido por Oribe en otra localidad, Cañada de Santos, mas cercana a la frontera con Brasil, y siendo Oribe aun un infante:

- "Había con frecuencia movimientos de ganados, grandes tropas, rebaños, conjuntos de potros, cacerías en los pajonales de las islas, copiosas manadas de ñanduces y venados. Todo esto completado con un gauchaje noble y puro, mezcla de brasileños y uruguayos, peones, puesteros, enlazadores, domadores, troperos, milicos, que me ofrecían un amplio cariño y certeros cuidados. En las madrugadas estaba con ellos en los fogones, por las mañanas me entreveraba en los rodeos y en los apartes de reses bravas. Siempre me dieron, para que yo utilizara, su caballo preferido, el lazo, las boleadoras, hasta el tabaco y el facón. A lo lejos se veían paisajes de Brasil; sufrí su fascinación; de allí venían tesoros, tormentas, bandidos." -

Para cuando aconteció la sangrienta revolución de Saravia el joven Emilio vivia en la ciudad de Melo...

- "Tíos y primos, muchachones y hombres a quienes yo admiraba, andaban con los ejércitos de Saravia. Yo conocí a Saravia en su casa, antes de 1904. Anduve entre sus hombres de confianza, sus soldados íntimos, sus asistentes. Lo vi cruzar por las calles de Melo entre sus escuadrones, y llegó a mi un eco del poder de seducción y dominio que ejercía en todos los hombres. Le tuve una devoción muy grande... Algunos parientes murieron o fueron heridos en las batallas sangrientas contra el gobierno de Batlle. Asistí también al desfile de los ejércitos rivales por las calles de Melo. Vi la miseria del gauchaje, los hombres melenudos y descalzos, con lanzas, carabinas, sables inmensos y divisas descoloridas por el polvo, la sangre y la lluvia. Como ocurre con los muchachos audaces de los pueblos, varios amigos nos metíamos en todas partes y conociamos episodios inenarrables; luchas de lanceros, muertes heroicas, degüellos y saqueos bárbaros. Una vez vi entrar por las calles de Melo las carretas llenas de heridos de Tupambaé; más tarde las caballerías de Basilio Muñoz, con sus lanzas en alto, manchados de sangre, formando columnas interminables. Comprendí la fuerza y el heroísmo de aquellos muchachones algo mayores que yo, que siguieron delante de Saravia hasta la muerte de éste, en Masoller."

Luego vino la ida a Montevideo financiada por sus padres...

- "Pasé en medio de los desastres de aquella revolución y llegué a Montevideo. Aquí empecé una nueva vida. Entré en un colegio llamado pomposamente Victor Hugo. Soporté las bromas de mis compañeros por culpa de mis aires de paisanito, estudié, leí, viví intensamente, fui a la Universidad de la calle Cerrito, al fútbol, al teatro y a los conciertos. Tuve novias y amoríos dudosos. Perdí el tiempo en los cafés y las playas... Por ese tiempo ya me había alejado muchísimo de mis simpatías gauchas. Me invadían los conocimientos universitarios, las ideas "avanzadas", las corrientes europeas. Leía la biblioteca Sempere y hasta conocía a algunos anarquistas y libertarios. Iba a las asambleas de obreros, tanto como a las del partido blanco. Devoraba cuanto libro y revista caía en mis manos. Pero en cierto momento me sentí enfermo y algo desordenado de propósitos y mi conducta disgustó a mi padre. Este resolvió mandarme al campo..." -

¿Podrá creerse acaso que el joven Emilio dejó de mezclarse con su gente como siempre, como todo amante de su pueblo lo hace más allá de las recriminaciones que se permite contra el ser amado? Pues no...

- "Un viaje inolvidable. De Melo me llevaron al campo, cerca de Aceguá. Allí permanecí un tiempo, de nuevo entre la peonada de la estancia, chacareros, hombres grotescos y hermosos, mujeres, bailes, pulperías. Otra vez volví a la vida libre e intensa... Un peón apodado Piruca me condujo a los bailes en serie que se realizaban en los ranchos vecinales. Pasé noches enteras sin dormir, entre las parejas que bailaban polcas riograndenses con figuras y levantaban nubes de tierra en las salas, hasta ahogarme. Unas negras regaban el suelo con agua perfumada y unos mulatos semiborrachos formaban la orquesta de acordeones y guitarras. Recuerdo que tuve grandes éxitos, en los salones, en las carpas de las carreras y en las timbas. Lo único que me faltó fue pelear a facón o revólver." -

Poco tiempo después la madre de Oribe lo manda buscar para ponerlo a medio pupilo en un colegio... allí termina,practicamente, el relato que Oribe hace de su juventud. Relato que nos brinda el indicio de un hombre que esta lejos de ser un desarraigado que da la espalda a su pueblo o a su pasado... el indicio, por el contrario, de alguien que no tiene miedo ni miramiento alguno en mezclarse con todo lo humano y sentirlo suyo. Claro que su mirada se ha elevado largamente sobre la fertilidad de estos paisajes juveniles y es por ello que se ve obligado, al final de su anecdotario, a decirnos lo siguiente:

- "Todo ese sedimento aureolado de penumbras coexisten en mi, sin alterar otras actividades a las cuales me entregué totalmente. Creo que muchas personas se extrañarán de estas confesiones puesto que me juzgan a través de otras formas de existir diametralmente opuestas". -

Oribe, pese a amar como puede intuirse ese pasado, no tuvo prurito en reprochar a la acción ciega todos los perjucios humanos juzgando que un pueblo no puede elevarse por un mero heroísmo esperanzado y sin horizontes de la nulidad histórica. Dice Oribe:

- "El puro vivir descentrado en acción es nulidad, un exceso de intencionalidad instintiva que no promueve unidad alguna. Pretendemos, sin embargo, vivir antes que pensar, porque la inteligencia pone límites, concentra, impide la fuga y dispersión del yo, otorgándonos una perfección a cambio de cada una de sus imposiciones. Constituye, pues, una restricción a nuestros impulsos, pero más vale el sufrimiento de pensar y crear bien que la dicha orgánica, animal. Solo la inhibición de lo que conmueve y agita permite el acceso a la claridad" -

A la luz de lo anecdotizado por Oribe acerca de su juventud podemos decir sin duda que esto que afirma se concluye de su propia experiencia de inhibición de lo orgánico, disperso, instintivo, en pro de la causa del pensamiento, de los pulimentos disciplinarios del espíritu. Oribe ha comprendido que la libertad del pensar que el ha llegado a gozar y que no conocieron todos aquellos seres con los que felizmente convivió no se alcanza sin la renuncia a ese estado vital que no es otro que el de la esclavitud respecto de lo meramente sensible y ahistórico. Por eso afirma:

- "El conocimiento inmediato, la intuición sensible es encadenamiento, dependencia respecto de lo percibido. Lo es aún más cuando se consignan estructuras, ordenamientos, rutinas de lo experiencial. La única manera de eludir esta esclavitud, este sometimiento, es el camino de la conceptualizació n." -

De modo que Oribe no sólo no es un idealista reaccionario como algunos lo han querido pintar sino que por el contrario se ha demorado ampliamente en la consideración del unico factor que considera auténticamente liberador de la conciencia humana: la reflexión, el razonamiento, el ejercicio disciplinado de la inteligencia, la contención de la acción en el marco ordenador e histórico del pensamiento propio. No hay mas liberación para el ser humano que la liberación de su mente y esta liberación no se alcanza sino es a través del trabajoso ejercicio de la reflexión, de la conceptualización, del pensamiento que busca las alturas espirituales, la elevación por sobre la mediania y la ceguera del caos vital. Dice Oribe:

- "Que el pensamiento vaya siendo una coerción imperceptible sobre las formas del sentir y del querer, de tal suerte que se estructure al fin una idea con la apariencia de la espontaneidad infinita. La libertad última es esta: la que nos queda después de haberla pensado y sufrido, eliminando en lo posible todos los orgullos, las ignorancias y los determinismos invisibles". -

Oribe no ignora, a su vez, que para alcanzar las alturas del pensamiento es necesario un minimo de bienestar como patrimonio de toda la humanidad...

- "Sea lo que sea (el individuo humano) representa un escalón sobre la naturaleza y la misma vida. Un salto en el orden establecido, un quantum posible de espiritualidad, de acción, de libertad, de cultura, de ética. Pues bien, ese individuo así perfilado requiere un mínimo de existencialidad, de permanencia. Requiere bienestar. De ahí es que se debe estudiar y solucionar el espectáculo deprimente que trasunta el vivir de las masas más necesitadas. Hay que hacer entrar a esos seres humanos en el engranaje del trabajo y la cultura. Sin este mínimo no tendremos hombre ni humanidad. Es imposible seguir adelante sin atender y corregir la vigencia objetiva de la miseria humana. ¡Cuidado, sin embargo, con las soluciones extremas! Es posible que se pueda creer en la emancipación económica del hombre. Que se pueda hasta evitar que el hombre viva explotado por el hombre, cruel y directamente, como sucede en la beocia capitalista. Pero conviene constatar a qué precio se hace la liberación del oprimido, pues puede ocurrir que haya una suplantación de explotación y esclavitud y el hombre sea objeto de servidumbre indirecta por parte del sindicato, la corporación o el monstruoso Estado." -

No es a Oribe a quien hay que reprocharle sino agradecerle con admiración alguna vez encontrada. Pero para eso no alcanza con que un orador al azar como este que realiza hoy su apologia efímera se presente, sino que habrá de ser necesario el que escuchemos atentamente lo que el sí tiene derecho a reprocharnos a nosotros, los uruguayos. Y asi es como nos reprocha Oribe desde su catre olvidado en el hospital Maciel y su tumba ignota en el cementerio de Melo...

- "Aunque parezca exagerado, el porvenir de nuestro país, desde el punto de vista de la especulación filosófica o de la investigación científica desinteresada, no puede ser peor. La más respetada disciplina intelectual, la que define verdaderamente a un pueblo y a una comarca, y hace, por ejemplo, que un pequeño sitio del planeta- la Sorbona, Salamanca, Koenisberg y otros- signifique más para la humanidad que millares de montañas o pampas con rebaños, propietarios y todo, eso, se halla en inminencia de no ser alcanzado nunca por nuestro país." -

Y luego:

- "La nacionalidad es un asunto de la razón. Donde no hay cultura original, a base de revelaciones específicamente humanas de la inteligencia y el sentimiento, dirigidas como flechas divergentes a los problemas absolutos del saber y del crear, no hay nacionalidad. Habrá población, colonia, factoría, pero jamás nacionalidad. Más que riquezas, ejércitos y heroísmos, lo que define a las nacionalidades es la ciencia, la filosofía y el arte originales o tendiendo hacia ello. En ese sentido nuestro sino durante muchos años será no existir." -

Hace un año di en la Facultad de Humanidades una conferencia que titulé "Existiremos" y en la que cité esta frase de Oribe que expresa de manera muy contundente aquello que Oribe tiene el deber de seguir reprochándonos:

- "¿Persistiremos en no pensar con sinceridad en nuestra insignificancia y seguiremos ignorantes y medulares, felices en una termitera de las más mediocres y sin redención posible? Es indudable que esto es muy amargo, pero siempre es peor proseguir no existiendo. Existiremos cuando alcancemos la autenticidad de los más duraderos: el pensamiento, el pensamiento, el pensamiento. " -

Irónicamente, y con esta lectura concluyo mi apología, Oribe no desdeñó en sus poemas a la Madre Naturaleza. Digo irónicamente porque en el intríngulis del Nous, entre la Inteligencia y el Espíritu, la Madre Naturaleza no parece tener cabida. Y es que Oribe, según mi ver y entender, no alzó la mirada hacia la totalidad de lo existente para desde alli tratar de entrever la conexión entre la vida y el pensamiento no como una mera sujeción poética de la vida al pensamiento y de la inmanencia a la constatación de lo trascendente como su sentido liberador sino como la espiral con que la vida, la irracionalidad, lo azaroso y caótico se va enroscando alrededor del vórtice del futuro ultraconciente, armónico, musical, no sin la promesa de una disolución...
y el eterno retorno. De otro modo hubiera comprendido, quizás, que el pensamiento es vital y la vida piensa, que lo inmanente trasciende y que lo trascendente nunca deja de estar aquí y ahora floreciendo desde la agonia de cada instante sobrepujado en el gozoso juego del tiempo con las horas. Ah...pero quizás si comprendió la presencia de esta ulterior unidad de lo real, dejando constancia de ello en este poema titulado "La gran felicidad" donde alude a su propia muerte...


- Cuando la nueva aurora

Tan deseada me despierte y guíe

Tras la amplia noche del vagar sin luz

Me internaré en tu esencia,

Madre Naturaleza.

Ya no seré jamás la floja arcilla

Que en su interior oculta la frágil armonía

Ya no seré pasión, miedo o engaño.

Más allá de la muerte – oh, dulce sueño-

Entre las flores no estaré discorde

Entre las nubes no estaré impasible,

Entre las aves no seré enemigo.

Y en las estrellas no seré extranjero.

1 comentario:

XAVIER DUARTE ARTIGAS dijo...

Hace muy bien profesor, publicando esta página para así recordar a un digno compatriota no tan sólo olvidado sino que para él, no se vislumbra de parte de los uruguayos, un posible reconocimiento. Cuando lo leo me digo, este ser escribió en un uruguay que cuesta reconocer; es este país, muy ingrato para con sus hijos; la gratitud aquí, tan sólo fue una materia insinuada por personas como Emilio Oribe y Sara de Ibáñez, para mencionar a otra que no estuvo, habiendo estado.
Un abrazo para ud. de xavier.
Le escribo desde http://www.
lacoctelera.com/poesia-de-alfeizar